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Parte 63

Mi teléfono marcaba las dos de la tarde, y torcí los labios, parpadeando somnolienta mientras me sentaba, con la espalda adolorida, la cabeza dolorida y los muslos aún sensibles. Me dejé caer de nuevo, golpeando la cama donde Abel se suponía que debía estar, pero no estaba. Solté un gemido incoheren...