Read with BonusRead with Bonus

La comadrona

—Hilda, ¿estás bien? ¿Todavía tienes problemas con Silas? —Genni trató de sonar lo más comprensiva posible, pero no tuvo otro efecto que hacer que las lágrimas brotaran en los ojos de Hilda, quien pidió permiso para irse.

—No, aún no. Por favor, sígueme a mi oficina. Molly, Sara, si pueden —las dos...