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La historia del mago

Corriendo hacia la cama de la Maga y asegurándose de que se calmara, Genni colocó su mano en su brazo. Se podía ver la diferencia al instante, la respiración de Hilda se volvió más regular y dejó de llorar.

—Necesitas descansar, Hilda —dijo Jonas—. Podemos hablar de todo mañana, no hay prisa. Estás...