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No me dejes morir

—¡Te has pasado, hermano! —gritó Blaze, pateando la mesa de café.

—¿Qué quieres decir? —los ojos verdes de Sandro se entrecerraron mientras encendía el cigarrillo que colgaba de sus labios.

—¡Maldita sea, hermano, ella no se merece esto!

—¿De qué demonios estás hablando? —espetó Sandro, mirándolo...