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La rosa

—¡Mierda!

¡Habían entrado en el edificio principal!

Sandro se pasó una mano por el cabello al escuchar a uno de los miembros de su manada gracias a su oído agudizado.

Se apresuró por el estrecho pasillo y pateó la puerta.

Un intruso pasó junto a él, lo agarró de vuelta, lo empujó contra la pared...