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Nolan tenía los nudillos blancos mientras aferraba el volante, sus ojos fijos en la carretera. El velocímetro subía cada vez más, y Layla podía sentir cómo el coche se esforzaba bajo ellos. Quería decirle que redujera la velocidad, pero tenía demasiado miedo para hablar. El sonido del motor era enso...