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Capítulo setenta y tres

El tiempo parecía alargarse sin cesar mientras veía a Lucian caer, la arena a mi alrededor sumida en el caos. Mi corazón latía con fuerza y el pánico se apoderaba de mis venas. Corrí hacia él, desesperada por alcanzarlo y, si fuera posible, hacer algo que lo hiciera levantarse, incluso si tenía que ...