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La verdad sobre su Luna (Parte II)

Ignorando sus súplicas, Kano giró el pomo de una de las habitaciones de invitados del castillo y entró furioso con ella aún colgada sobre su hombro. Al ponerla en el suelo, cruzó los brazos sobre su pecho.

—Esencia —gruñó—. Tu temperamento.

Ella arregló su ropa y lo fulminó con la mirada.

—Mírame...