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Capítulo 42

Un golpe agudo y desconocido sonó en mi puerta, y me dejé caer en mi silla, comenzando a cepillarme el cabello nerviosamente. Les llamé para que entraran, y Ezra apareció, ocupando casi todo el marco de la puerta. Dejé el cepillo y lo observé. No estaba nada casual. Estaba rígido y evaluador; tal ve...