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#Chapter 123 Un calor que mata.

William la observaba con curiosidad. Sus ojos azules seguían su mano y, por un momento, Doris casi dudó de sí misma. No era propio de ella ser tan audaz, ni siquiera estaba segura de lo que quería hacerle, pero él parecía dispuesto a dejarla intentarlo. Su mirada ardiente fue suficiente para devolve...