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La verdad

A la mañana siguiente, Tommy y Frank llegaron puntuales para sus casi diarias sesiones de tatuajes. Antes de que Tommy pudiera siquiera acomodarse en la silla, me acerqué a él. Su atención se agudizó instantáneamente por mi expresión y lenguaje corporal, pero no pude ocultar mi ansiedad.

—¿Qué pasa...