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Capítulo treinta y nueve

William se despertó de un sobresalto y, de manera instintiva, se llevó la mano al cuello. Se dirigió al espejo y pudo ver dónde los colmillos de Reese se habían hundido en su piel, dejando una marca negra similar a una cicatriz.

—Joder, eso realmente pasó —pensó William en voz alta. Estaba tan abso...