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Capítulo 114: La única santidad

Mis brazos apretaron mis piernas con más fuerza cuando escuché detenerse el coche y enterré mi cara en mis rodillas al oír los pasos que se acercaban. Como siempre, sabía que mi obsesivo hermanastro me encontraría sin importar a dónde fuera. Me conoce tanto como mi madre. Y a veces parece que me con...