Read with BonusRead with Bonus

SESENTA Y SIETE

CELESTIA

Ni Lila ni yo estábamos listas para separarnos, pero César entró en la habitación con su rostro estoico y cejas fruncidas, exigiendo que Lila fuera escoltada de vuelta a la villa.

Una mirada a su cara posesiva y estallé en carcajadas. Lila se sonrojó pero me siguió el juego, mientras e...