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SESENTA Y SEIS

CELESTIA

Por un segundo, olvidé respirar.

Raffaele lo repitió de nuevo. —Te amo.— Y otra vez, hasta que las palabras resonaron en la médula de mis huesos y las lágrimas corrían por mis mejillas de felicidad. Pero la tragedia me había destrozado tan brutalmente que no pude devolverle las palabr...