Read with BonusRead with Bonus

SESENTA Y UNO

CELESTIA

Me desperté, me estiré y me moví ligeramente para proteger mi delicada espalda de demasiada fricción. Habían pasado más de veinticuatro horas, pero las marcas de Raffaele y el eco de su miembro entre mis piernas eran de los mejores recuerdos. Con toda probabilidad, él no sabía que hoy ...