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TREINTA Y NUEVE

RAFFAELE

Debes estar bromeando.

El pequeño alboroto fuera de la puerta despertó mi interés, y cuando abrí la puerta de golpe, lo primero que vi fue su rostro.

El último rostro que quería ver en este momento. No porque fuera aborrecible, ni mucho menos, sino porque mi control era más vulnerabl...