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TREINTA Y CINCO

CELESTIA

Raffaele estaba allí, con los brazos cruzados, sus bíceps temblando bajo la presión y me lanzó una mirada de su firme resolución. Mover una montaña o desear la ayuda de Dios parecía más práctico que enfrentarse a él en ese momento.

Era una batalla que nunca ganaría.

Pero eso no sig...