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TREINTA Y DOS

CELESTIA

No había ni rastro de sorpresa o enojo en el rostro de mi madre.

—Aquí tienes tu prueba, Kyla —el tono áspero de Raffaele llenó la habitación mientras se dirigía a ella. Y para acentuar su amenaza, me tiró del cabello, provocando un dolor punzante en la parte trasera de mi cabeza.

No e...