Read with BonusRead with Bonus

ONCE

CELESTIA

Al día siguiente, cuando me desperté, el reloj al lado de mi cama marcaba las nueve. Espera... No es mi cama, ni siquiera es mi casa. ¿Dónde estoy?.. Cuando la realidad se asentó, me levanté de golpe.

—¡ARGH!— El codo magullado rozó contra la tela, y aunque la ropa de cama era extremadamen...