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Capítulo cincuenta y dos para ella

La limusina se detuvo frente a una casa enorme. Ollie colocó su mano sobre mi rodilla desnuda y temblorosa, sujetándola firmemente para que me quedara quieta por un momento. Se rió entre dientes y me miró desde su posición inclinada. Jugueteé con el collar que me había dado. Me encantaba cómo la cad...