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Capítulo cuarenta y dos: El suyo

La señora Cordeau estaba en medio de mi tienda, radiante. Su sonrisa se extendía de oreja a oreja y se movía emocionada por mi tienda. Su hija, Sophia, puso los ojos en blanco por millonésima vez desde que entraron en mi tienda.

—¡Oh! ¡Luna, estoy tan feliz de ver estos eventos desarrollarse ante m...