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Capítulo treinta y ocho: El suyo

Sonreí con nostalgia.

—Cuando tenía 11 años, subí a la cabaña como siempre. Sin embargo, esta vez, el chico y el lobo no estaban por ningún lado. Siempre le contaba a mi padre sobre nuestras aventuras; él siempre me animaba. Nunca supe que estaba tan preocupado por mis primeras alucinaciones como m...