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Capítulo treinta y seis: El suyo

Me senté en la sala de espera, mirando al techo y disfrutando del silencio que me proporcionaban mis auriculares. Habían pasado dos días desde que vi a Ollie, y había llorado mi peso en lágrimas. Llamé a Tally tres veces ayer, con la esperanza de convencerla de tomar una decisión razonable, pero rec...