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Capítulo treinta y cinco: Su

Cal se sentó frente a mí en mi oficina. Me miró con una sonrisa calculadora antes de recostarse y poner sus pies, uno sobre el otro, en el borde de mi escritorio. Me recosté en la silla para mantener la calma, ya que una pelea no sería útil aquí. Cal era demasiado astuto para revelar información que...