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Capítulo treinta y tres: El suyo

Una vez que salimos del otro lado de la cocina, me dirigí hacia la nevera para coger una botella de agua, esperando humedecer mi garganta reseca. El caos abajo continuaba mientras los gritos amortiguados apenas llegaban a las escaleras. Solté un suspiro agotado.

—Lo siento por lo de mamá, Tally. Ya...