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Capítulo treinta y uno de ella

Me desperté a la mañana siguiente con el sonido de los pájaros cantando y el agua burbujeando. En algún momento de la madrugada, el saco de dormir se había abierto, dejando mi cuerpo desnudo expuesto al aire fresco. Miré el brazo de Ollie sobre mi pecho y sus enormes manos cubriendo uno de mis senos...