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Capítulo veintiocho His

Nyx era como una droga. No importaba cuántas veces la besara, tocara, hablara con ella o estuviera cerca, nunca sería suficiente. Incluso mientras estábamos sentados en las encantadoras aguas termales, todo en lo que podía pensar era en cuánto deseaba tenerla cerca. Su lengua se entrelazó con la mía...