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Capítulo veintiuno: El suyo

El beso de Ollie fue increíble. Sus labios eran suaves y movían los míos con avidez, como él quería. Ollie giró ligeramente la cabeza y sostuvo la nuca para mantenerme firme. Mis manos encontraron el cuello de su camisa y me acerqué a él. El dulce sabor del té helado que compartimos inundó mis papil...