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Capítulo 225: La última puesta de sol

Ella

El garaje tenuemente iluminado estaba impregnado del olor a caucho y gasolina, y mi cabeza latía con fuerza, un recordatorio incómodo de la droga que había subyugado tanto a mí como a mi lobo. Estaba débil e inútil aquí, y me sentía impotente contra las fuerzas del mal que habían tomado el con...