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El impacto de su puño fue fuerte, pero el bastardo ni siquiera se inmutó.

Liam apretó los puños con fuerza, al igual que sus ojos. No porque estuviera dolorido, sino porque Eva lo estaba.

—¿Tú también? —le preguntó a Rush, con una voz mortalmente calmada—. ¿También estás casado, comprometido o lo ...