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La influencia del diablo

Pasó sus largas uñas rojas por el escritorio y sonrió a Eva.

—No te quiero aquí.

—Y aun así lograste invocarme.

Eva se enfureció.

—Estaba tratando de llamar a Alaric, aunque supongo que ha estado contigo.

La sonrisa de Drusilla se ensanchó.

—Sí, ha estado. —Viendo a Eva echar humo por la nariz...