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21. ¡Bailando con el lobo, junto a la piscina!

—¡Señor Verrono! ¡Dios, me asustó!

—Lo siento, no quise sobresaltarte.

Entonces notó algo en su rostro. Tocó suavemente su mejilla y con delicadeza limpió una lágrima de su repentino estado rígido.

Su mano estaba tan cálida, y Kavyaa no pudo evitar sentirse algo relajada cuando él tocó suavemente...