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Roto

—¿Cómoda, mi bella dama? —preguntó Eren con el tono más calmado mientras miraba directamente a los ojos llorosos de la chica, como si no acabara de romperle la mayoría de los huesos y azotarla con látigos de metal, los cuales habían hecho que su piel se abriera con cada golpe.

Sara ya no podía ni g...