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La deidad y los señores

—¡Solo por esta vez, abrázame!— Eren pensó que había escuchado mal, que su cansancio y la necesidad de aliviar su dolor le estaban jugando una mala pasada, pero entonces, ella se acercó más, invadiendo su espacio personal antes de apoyarse en su pecho, su rostro descansando en su esternón, sus brazo...