




Cuatro
ALICIA
—Súbete a la cama —ladra Brandon.
—Tú no eres mi alfa —digo, más que nada para ver qué hará. La verdad es que es embriagador que alguien actúe asà conmigo, como si me poseyera, como si pudiera hacer lo que quisiera conmigo. He estado viviendo como humana durante demasiado tiempo. Puede que haya rechazado esta vida y a este hombre, pero tienen sus ventajas.
Brandon me agarra por la cintura, me levanta en el aire y me lanza sobre la cama como si no fuera más que una propiedad. Me rÃo, y suena como un pequeño chillido.
—¿Qué es tan gracioso? —exige.
—Nada —respiro, asombrada por él.
—¿Es ese el problema? ¿No fui lo suficientemente alfa para ti? —SonrÃe. Por un momento, pienso que se está burlando de mÃ, pero luego me doy cuenta de que solo le divierte la idea de que su masculinidad haya fallado de alguna manera. Sabe que no fue eso. —¿Es por eso que hiciste lo que hiciste?
Me está provocando, pero también es una pregunta real. Realmente no sabe por qué lo dejé.
Hice lo que hice por muchas razones, todas complicadas y pocas de ellas relacionadas con Brandon. Pero ahora no parece el momento de revivir el pasado. Además, no quiero. No le debo una explicación.
Asà que en lugar de responder a su pregunta, me estiro, lo agarro por el cuello y lo arrastro sobre mÃ.
Joder, incluso el peso de él se siente diferente a mis amantes humanos. Ninguno de ellos sabÃa cómo sostenerse. Todos eran rodillas y codos clavándose en mÃ, manos agarrándome demasiado fuerte, frotando sus pollas contra el costado de mi cadera donde no me servÃa de nada.
Brandon cae entre mis piernas como si fuera atraÃdo magnéticamente y se presiona contra mi centro. El calor parece irradiarse hacia afuera mientras mueve sus caderas contra mÃ.
—Dios, estás mojada —gime—. Puedo sentirlo a través de tus pantalones. Eres un desastre. No voy a dejar que camines a casa asÃ, atraerás a todos los hombres en un radio de una milla.
Me estremezco y envuelvo mis piernas alrededor de su cintura. No tengo ningún interés en caminar a casa. Quiero quedarme aquà y ver qué tiene Brandon para ofrecer esta noche.
—Ha pasado mucho tiempo para ti, apuesto —dice—. Mucho tiempo desde que has sentido el toque de un lobo.
No puede tener idea de cuánta razón tiene sobre eso. Si hubiera sabido cómo eran los hombres humanos, ¿habrÃa dejado la manada?
SÃ, probablemente aún lo habrÃa hecho. HabÃa tantas razones por las que me fui, y no me arrepiento de la elección que hice.
Pero, joder, he extrañado el buen sexo. Ni siquiera lo estamos haciendo todavÃa y me siento salvaje y satisfecha de una manera que no he sentido en años.
Me besa. El pelo áspero de su barba me hace cosquillas en la barbilla—me doy cuenta de que nunca he estado con un hombre que tuviera barba. Hay algo profundamente masculino y sexy en ello, y me encuentro preguntándome cómo se sentirÃa tener esa barba entre mis piernas, donde mi piel es más sensible, donde hay más terminaciones nerviosas.
Me pregunto si me dejarÃa averiguarlo.
De repente, ansiosa por probar, lo empujo y me pongo de rodillas. Me quito la camiseta por la cabeza y la lanzo al suelo detrás de mÃ. Desabrocho mi sujetador, me lo quito y tomo mis pechos con las manos.
Él me mira fijamente.
—Joder, estás buenÃsima. Sigue.
No tengo intención de detenerme. Desabrocho mis jeans y los empujo sobre mis caderas. Es un poco difÃcil salir de ellos, pero estoy lo suficientemente ansiosa como para no preocuparme por cómo me veo ahora mismo.
—Maldita sea —dice—. Ni siquiera tuve que decirte que te desnudaras. No sabÃa que eras ese tipo de mujer.
—No tienes ni idea de qué tipo de mujer soy. Ya no nos conocemos. —No estamos unidos por lo que pasó hace todos esos años, y sin embargo, me está dando esa mirada posesiva, como si pensara que hay algo entre nosotros.
Me siento a horcajadas sobre sus caderas por un momento, solo para sentir la presión de su polla a través del denim de sus jeans. Estoy deseando tenerlo dentro de mÃ, pero primero quiero otra cosa.
Él está pensando en la misma lÃnea.
—Sube aquà —dice, y envuelve sus grandes manos alrededor de mis caderas, tirándome hacia arriba por su cuerpo hasta que mis muslos están justo contra sus axilas. Pasa sus brazos por debajo de mis piernas, me levanta y me adelanta, y me sostiene allÃ, flotando sobre el calor de su boca.
Siento su aliento caliente contra mi coño e intento moverme hacia abajo, forzar el contacto, pero no me deja moverme. Dejo escapar un pequeño gemido necesitado.
Él se rÃe.
—Necesitas aprender a comportarte. Dios. Puedo sentirlo cuando habla. Es tan excitante.
Aprieta sus manos en mis caderas y me baja sobre su cara, su lengua moviéndose contra mi clÃtoris. Sollozo de alivio y giro en un cÃrculo lento, sintiéndolo absolutamente en todas partes. Mi determinación de follar se olvida momentáneamente. Quiero montar su cara hasta correrme.
Su barba es áspera contra mÃ, y sé que serÃa demasiado si me quedara aquà mucho tiempo—irritarÃa mi piel. Asà que aprovecho el momento al máximo. Agarro el cabecero de su cama para inclinarme hacia adelante y abro mis piernas lo más que puedo, bajándome sobre él.
Escucho un gemido debajo de mÃ. Joder. Su lengua está presionando dentro de mÃ, lamiéndome desde dentro, simplemente deshaciéndome por completo.
No sé cómo voy a detenerme, pero él me levanta de él y me deja caer boca abajo en la cama. Se arrastra sobre mÃ, entre mis piernas, y siento su polla presionando contra mÃ, buscando entrada.
—Voy a follarte ahora —respira.
Como si fuera a discutir con eso. Asiento frenéticamente para asegurarme de que reciba el mensaje.
Él agarra mis manos, entrelazando sus dedos con los mÃos para sujetarlas y mantenerme abajo, y luego se adentra en mÃ.
Es como nada que haya sentido antes. Nunca me han follado de esta manera. Los hombres humanos con los que he estado siempre han preferido el misionero, aparte de un novio a principios de mis treinta que querÃa que me pusiera encima cada vez, hasta el punto de que se volvió aburrido. Por supuesto, he pensado en otras posiciones, pero nunca supe cómo pedirlo.
Brandon no me está haciendo pedirlo.
Y joder, el ángulo es exquisito. Puedo sentir cada centÃmetro de su polla. Me siento tan apretada a su alrededor que no estoy segura de cómo vamos a separarnos, y no creo que quiera hacerlo.
Él se desliza lentamente y se queda allà por un momento, acostado sobre mi espalda, sus manos aún sujetando las mÃas para que estemos completamente unidos. Presiona sus labios contra la curva de mi cuello.
Giro mi cabeza hacia un lado para que mi cara no esté enterrada en el colchón, y puedo verlo asomándose sobre mi hombro.
No podrÃa levantarme aunque quisiera.
Absolutamente no quiero. Pero la forma en que me tiene inmovilizada, completamente a su merced... es tan jodidamente excitante. Es tan alfa.
Los hombres humanos no follan asÃ, y lo necesitaba. —¿Estás bien? —murmura en mi oÃdo.
—Sà —respiro—. Muy bien. Tan jodidamente bien.
—¿Qué deberÃa hacer? ¿Quieres quedarte asà un rato?
¿Está bromeando? —Fóllame —digo—. Necesito que me folles, Brandon. No tienes idea de cuánto necesito eso.
En mi visión periférica, veo una sonrisa salvaje extenderse por su rostro. —Está bien —dice—. Si eso es lo que quieres.
Sus caderas se retiran bruscamente, dejándome momentáneamente vacÃa. Tengo un breve momento de preguntarme qué me espera, y luego se adentra en mà de nuevo, y se siente como un maldito mazo dentro de mÃ.
Grito de placer y dolor. Eso no deberÃa sentirse tan bien. Si cualquier otro hombre me hubiera follado tan fuerte, probablemente habrÃa tenido miedo. Pero esto es diferente. Puedo sentir lo consciente que está Brandon de mÃ. Está en la forma en que sus pulgares dibujan cÃrculos en el dorso de mis manos incluso mientras me embiste una y otra vez. Está en la forma en que no descansa todo su peso sobre mi espalda, aunque creo que podrÃa soportarlo. Tal vez me gustarÃa soportarlo.
Se lo dirÃa, pero ya no tengo palabras.
Asà es como se siente ser follada por un alfa. Estoy segura. No hay más poder en el mundo que lo que estoy sintiendo ahora, y Brandon ni siquiera es el alfa de nuestra manada. Es simplemente tan hombre.
Estoy tan jodidamente feliz de haber venido a casa con él.
Afloja una de sus manos de las mÃas y la desliza alrededor de mi cadera, debajo de mÃ. Sin romper su ritmo, encuentra mi clÃtoris con dos dedos y frota cÃrculos suaves y firmes.
No entiendo. No entiendo cómo puede estar follándome como un animal y al mismo tiempo tratarme con tanta delicadeza.
No me importa.
Mi cuerpo se está tensando ahora, contrayéndose, apretándose contra él, y todo ha escapado de mi control. Ni siquiera siento que soy yo misma. La mujer que yace en esta cama podrÃa ser cualquiera, y yo solo estoy montando las olas de su placer.
—Córrete para mà —gime Brandon. Lo hago, con un grito de júbilo, levantando mis caderas del colchón y hacia su polla y la estimulación de sus dedos.
Se rÃe de mi avidez, pero su risa se desvanece en un grito propio, y siento los pulsos mientras se corre dentro de mÃ. Soy un charco inerte en el colchón cuando termina, follada y empapada en sudor, incapaz de levantar siquiera la cabeza. Brandon se desploma sobre mÃ, todavÃa ligeramente dentro de mÃ, y durante varios momentos, ninguno de los dos se mueve.
Finalmente, se aparta de mÃ. Lentamente me doy la vuelta y miro al techo. No tengo idea de qué decir. Ni siquiera sé qué pensar.
—¿Bien? —me pregunta.
Eso es un eufemismo. Literalmente es el mejor que he tenido, y no hay comparación. —Sà —digo. No quiero que se haga la idea de que esto va a volver a suceder, por muy bueno que haya sido.
No he vuelto para quedarme.
Él se sienta lentamente. —¿Quieres un poco de agua?
—SÃ, gracias.
Sale de la habitación. Me siento y miro alrededor. Mi ropa está por todas partes. Me levanto y agarro mi camiseta, poniéndomela de nuevo por la cabeza. Eso fue increÃblemente caliente, pero estoy lista para cubrirme de nuevo.
Brandon regresa y me entrega un vaso de agua. Lo bebo lentamente. Mis músculos todavÃa están temblando, y no quiero avergonzarme derramando agua por todas partes.
—Escucha —digo cuando he terminado de beber—. DeberÃamos mantener esto entre nosotros.
Temo que vaya a estar en desacuerdo o a ofenderse, pero solo asiente. —Esperaba que dijeras eso.
—¿Está bien?
—Claro. Si no quieres que nadie lo sepa, no lo sabrán.
—Solo no quiero que la gente use esto como una razón para intentar que vuelva a la manada —digo—. No me voy a quedar. Me voy a casa pasado mañana.
—Claro. Bueno, no le diré a nadie —dice—. ¿No crees que tu hermana lo descubrirá?
—Voy a volver a su casa ahora. Solo le diré que tomamos unas copas y nos pusimos al dÃa.
—Está bien —acuerda—. Esa será la historia, entonces.
Tengo que admitir que me sorprende lo cooperativo que está siendo. Solo espero que pueda mantenerlo.