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Capítulo sesenta y tres

Se despertó, pero no quiso levantarse de la cama. Había tristeza en sus ojos. Su teléfono sonó con un pitido, emitiendo un pequeño sonido de vibración sobre la mesa. Lo agarró y sin mirar el número, tocó la pantalla para abrirlo.

—¡Hola, cariño!

Se asustó. La última vez había recibido los mismos m...