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Capítulo 33

Cuando desperté de mi siesta, Caterina entró llevando una bandeja con galletas y una lata de ginger ale. Tal como Giovanni había dicho que lo haría. Me recosté de lado y le sonreí. —Gracias, cariño.

Ella dejó la bandeja y acercó una silla a la cama, sentándose con las manos en el regazo. Se inclinó...