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67__Los muertos no cuentan historias

Belinda seguía esperando veinte minutos después de la hora acordada. Impacientemente, golpeaba el suelo con el pie, miró su bolso y, enfadada, buscó su teléfono.

Se detuvo y soltó una risa sarcástica. Al menos la chica había tenido la decencia de enviar un mensaje de texto.

Abriendo el mensaje, Lin...