Read with BonusRead with Bonus

Parte cincuenta y dos

Después del té, también tomé una siesta.

Si no hubiera sido por Nyx y mis doncellas despertándome una hora antes de la cena, habría dormido para siempre.

Nyx y yo estábamos sentadas frente a mi enorme tocador, riéndonos mientras los asesores de estilo entraban en mi gigantesco vestidor con diferen...