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Parte treinta y tres

De repente, un estruendo de trueno recorrió la habitación. Un destello blanco iluminó toda la sala y nos cegó temporalmente.

Miré hacia afuera y vi que Hades se había ido.

Ese trueno, esa luz destellante. Solo podía significar una cosa.

O una persona.

—Hola, padre.

—Kore —dijo mi padre, levanta...