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Parte dieciséis

El hombre y la mujer sacaron zapatos, joyas, vestidos, suéteres, todo lo imaginable.

Cualquier cosa que yo dijera que me parecía bonita, insistían en que la enviarían al apartamento de Hades, sin costo alguno.

—¿Sin costo alguno? No, insisto en pagar, eso es ridículo —les dije.

—Por favor, ¿cuánt...