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Capítulo sesenta y ocho

Lee cerró el agua y tomó la toalla que Kelley le ofrecía. Lee se envolvió la toalla alrededor de la cintura y Kelley miró las cicatrices esparcidas por su pecho y espalda. Sintió una nueva angustia por su amigo y supo que, pase lo que pase, Lee no sería condenado por asesinato, no si él podía evitar...