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Capítulo ciento cuarenta y tres

Milana vio a Kelley salir de la oficina y sonrió. Nunca lo habría creído si alguien le hubiera dicho que amaría a ese hombre taciturno. Minimizó las pestañas abiertas en su portátil y miró la carpeta acertadamente llamada ‘Norah Kensington’.

Milana se mordió el labio y luego hizo doble clic en ella...