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Capítulo ciento quince

—¡No voy a ir!

Kelley suspiró y se sentó en el borde de la cama. Estaba exhausto, preocupado y asustado. La terquedad de Milana no ayudaba y su negativa rotunda a seguir sus órdenes solo añadía más a todo lo que sentía. Necesitaba un descanso.

—Mila...

—¡No, Kelley! ¡Me quedo aquí contigo!

Kelle...