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CAPÍTULO CINCUENTA

Sophia Rodrigues.

—¡Dios mío! ¡Mierda! ¿Qué demonios hago? —Incluso me burlaría de su desesperación, pero el dolor es tan intenso que no me caí solo porque él me sostuvo.

—¡Llévame al hospital!

Rápidamente me tomó en sus brazos y salió conmigo de la tienda, enterré mi cara en su cuello sintiendo ...