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CAPÍTULO CUARENTA Y CINCO

Vincenzo Santoro.

22:30. Casino. Salón. Italia.

Al ver el estado en el que está mi Sophia, dejo escapar un gruñido molesto.

—¡Maldita sea! ¡Lorenzo, sácala de aquí! —gruñí bastante irritado.

Observo cómo la saca del salón de baile, y miro con furia al pedazo de basura que intentó agarrar la pist...