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CAPÍTULO CUARENTA Y TRES

Sophia Rodrigues.

—Vamos a la mesa, ¿de acuerdo? —preguntó mirándome con cariño.

—Sí, está bien.

Me sostuvo por la cintura como siempre lo hace y me guió hacia una mesa con algunas personas, su hermano al lado de esa mujer llamada Sara, esa pareja de ancianos de antes y... esa Amelia también está...