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54. Eres mío (2)

Levantó la cabeza, sus ojos encapuchados ardían con pasión al fijarse en los míos.

—¡Márcame, por favor! —supliqué, mi deseo por él era abrumador.

Los labios de Zander rozaron los míos, y susurró, su voz llena de una promesa.

—Te marcaré, mi compañera, pero no así. Te marcaré en una gran ceremoni...