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40. Dándole placer

Zander

Esos ojos avellana, brillando como gemas, se fijaron en los míos, y sentí que mi corazón se aceleraba. Eran mi objetivo final, mi salvación y mi perdición. En ese momento, todo lo demás se desvaneció, y me perdí en los océanos de dulzura que residían en su mirada, tal como me sucedió cuand...